Gárgolas insomnes

Mayo 26 de 2011

Dictadura

La iniciativa de juicio penal internacional a Calderón y compañía es la única vía jurídica para poner fin a la impunidad en un país que no conoce justicia ni siquiera de papel; su pertinencia es tanta como la resistencia pacífica de la sociedad civil a la militarización de la vida pública y privada por la doctrina de seguridad nacional dictada en Washington a las dictaduras del Cono Sur durante los años setenta y ahora, cuatro décadas más tarde, al desgobierno espurio de su patio trasero. La guerra declarada contra el narcotráfico por el usurpador es en realidad un genocidio, un clima de terror, como parte del proyecto formalizado con la firma de la Iniciativa Mérida para justificar la intervención militar de Estados Unidos en México tras el desmantelamiento del Estado, la desestabilización social hasta el colapso del país bañado en su propia sangre y la declaración oficial del «Estado fallido». Esta desaparición de la soberanía nacional coincide, y su coincidencia no es casual, con la desaparición formal de los derechos humanos, individuales y colectivos, en los hechos, pues una reforma dictatorial pretende legalizar el régimen militar y policiaco, y llevar hasta sus últimas consecuencias el golpe de Estado, al instaurar el imperio de la violencia institucional para beneficio de los dueños del capital. Momentáneamente contenida, la militarización de la Ciudad de México vendrá de golpe, se desatará la jauría, una vez aprobado y entrado en vigor ese aberrante engendro legislativo del crimen organizado por el poder y en el poder. Ciudad Juárez dejará de ser laboratorio de barbarie generalizada cuando el estado de excepción sea la regla general en México, aunque nomás la escala tenga de nacional. La participación de "nuestras" fuerzas armadas en operaciones conjuntas del Comando Norte bajo el mando supremo del Pentágono serán algo tan cotidiano y normal como una base militar de Estados Unidos en Puebla, los vuelos de sus aviones espías en "nuestro" espacio aéreo, sus agentes armados en "nuestro" territorio, y experimentos clandestinos tan criminales como Rápido y Furioso, nombre que inspira también los operativos militares en localidades limítrofes con la Ciudad de México. Hechos de semejante índole tienen de humano un carajo y más bien atentan contra la humanidad o su concepto…

¿Alguien recuerda Chiapas, la militarización de sus regiones indígenas, la formación de las bandas paramilitares, los crímenes del ejército federal, todos impunes todavía, como el asesinato de los enfermos en el hospital de Ocosingo, no fuera zapatista alguno, o la masacre de todos los pasajeros de un microbús cuando al chofer le dio pánico en el retén militar y no quiso detenerse? ¿Por qué habría de recordar alguien aquel suceso durante un sexenio de acribillar niñ@s también en retenes militares, sin la máxima ni la más mínima excusa? ¿Recordará acaso 1994, 1995, 1997 o 2001, año de la traición a los Acuerdos de San Andrés, tan aburridamente recordados por Javier Sicilia?

Al terminar la primera movilización convocada por el poeta beato, comenté con Guillermo Briseño la idea de realizar un concierto en el Zócalo contra la militarización del Distrito Federal que inició este año. "¿La militarización?" -preguntó. "¡La militarización empezó con Fox!" -espetó sin agregar: ¡No mames! ¡No digas pendejadas! Antes le pedí a Vanessa Bauche ser conductora del mismo concierto y me contestó que los militares nomás obedecen órdenes… Cuando leo la influencia mediatizadora del lenguaje siciliano en las redes sociales me explico por qué una mafia que no vale nada puede y hace todo cuanto se le antoja en este país de pacotilla, donde la gente, por más que se caliente, no deja de ser tibia.

[] Iván Rincón 4:53 AM

Mayo 12 de 2011

Crítica de color al 8 de mayo

(Crónica posterior a la anterior)

Lo más rescatable de la marcha, por no decir que lo único, fue su atmósfera de creatividad colectiva y paradójico folclor que hace de la protesta popular una fiesta, el ingenio y la ingenuidad a veces, las máscaras y los disfraces, los féretros de cartón y las tizas en el suelo... El campamento del SME, que ocupa la plancha del Zócalo, cedió su espacio a la manifestación siciliana, quizá porque no había de otra, pero lo hizo con tolerancia de buen grado, a pesar de que le hicieron el feo la vez pasada: le pidieron bajar sus banderas y que no se "montara" en el acto poético-político.

Falta mucho por decir en la Crónica de una decepción anunciada para ser una mirada realmente vívida: la repartición del agua, las tortas y las naranjas, su descoordinación con la seguridad; uno que otro pendejo fumando entre la multitud expectante o el protagonismo de seres infinitesimales que no dejaban de hablar mientras los demás escuchábamos a l@s "orador@s". Eso contamina más que un lenguaje soez, como el que molesta sensiblemente a las exquisitas meretrices del poder criminal, como la señora de Wallace, adheridas a la iniciativa del poeta cristiano para estar bien con Dios y con el diablo. Si Atenco y el SME "desvirtúan" este sublime llamado al silencio, también el EZLN ha de ser "desvirtuoso", como la gente que huele a sudor porque trabaja y tiene callos en las manos porque las usa y grita su dolor porque tiene dignidad. Para vulgaridades, la horripilante imagen bordada en la bandera nacional, en hiriente y ofensiva sustitución del símbolo patrio. También la virgen morena es un símbolo patrio, me dirán, pero hasta l@s aturdid@s por la religión, que votaron por Fox, expresaron después indignación por la mutilación del águila y la serpiente, y la desaparición del nopal…

Falta describir el coraje de fiesta y manifiesto, contrastante con la tibieza y moderación a la cabeza del pretendido movimiento (efímero, para bien de México) y la tarima con celebridades que daban chance a l@s deud@s mientras hablaban por teléfono celular y se dejaban ver por el populacho, haciéndonos un favor, y algun@s deud@s agradecían fervorosamente al señor Sicilia por haberles dado esa gran oportunidad, cuando es el poder y su barbarie genocida en todo caso a quien deben agradecer el momento estelar.

La diversidad, pluralidad y amplitud enriquece al mundo, pero es imposible de asimilar por la intolerancia fundamentalista. La espiritualidad amalgamada con los jodidos, "según dicen que era la ética cristiana original" y según el comentario que alguien hizo en privado sobre la Crónica de una decepción anunciada, es lección de los jodidos a los santones, que se creen favorecedores, en vez de saberse favorecidos. No es ningún movimiento germinal, como creen los optimistas, ni pone al descubierto la obscenidad de toda la "clase política" (no menos obscena que la exhibición religiosa para una congregación laica); eso es algo que hacemos desde hace por lo menos 25 años, aunque los teleinvidentes lo vean hasta hoy. Nos echamos a andar desde entonces o quizá desde que nacimos (yo cumpliré 46 años en junio y desde antes de nacer estoy desclasado). La solidaridad con el dolor y la empatía por la tragedia no es nada nuevo y, si alguien apenas lo descubre, hay que agradecérselo entonces a la escoria que representa el chacal, esa que la comparsa legitima con sus atentas peticiones.

Respeto el arte de las caras pintadas, mantas y cartulinas que debrayan, pero desprecio las mantas caras que imponen la visión de gente bonita, como si no tuviéramos demasiado con la caja idiota o la abstracción de su miseria humana en avasallante abundancia. Por lo visto, depende nada más del dinero que tenga una familia, la posibilidad de que una muerte de sea públicamente conocida: si no existe justicia para l@s viv@s, ¿por qué habría de haberla para l@s muert@s?

Las misas y otros actos que oficiaba Samuel Ruiz, ocasionalmente acompañado por similares brasileños o franceses en representación de algo denominado teología de la liberación y opción por los pobres, hasta para un ateo irreductible como yo eran más emotivos que la desangelada intentona de mantenernos en silencio, el despropósito de exigirnos recato, como si fuéramos una masa de borregos en busca de pastor, "para que podamos escucharnos" (acá arriba, sin interlocución con los de abajo) y "conservar el espíritu" que, según la iglesia más conservadora, escapa con la risa. El mensaje política y moralmente correcto, con su lenguaje arcaico y dizque poético, unidireccional y monologante, a pesar del maratón de intervenciones verbales, tiene la misma intencionalidad que la televisión, el medio de incomunicación alienante por excelencia, y l@s deud@s se prestaron inconscientemente al mesianismo, protagonismo vedette que aprovecha la muerte de sus hij@s como afortunada oportunidad. ¿Eso es horizontalidad? ¿Cuál ánimo incluyente? Síganme l@s buen@s, pero calladit@s. Que las mayorías se sumen a las minorías. La única diferencia con los partidos políticos, por cierto, reprobados y descalificados todos por corruptos, financiados por el crimen organizado, es que las mayorías no se pierden en la contabilidad electoral, sino en la suma de mutismos y soledades, la muchedumbre que acaso es tomada en cuanta por los instrumentos del poder llamados medios masivos de comunicación para que la improbable renuncia del hampón García Lana sea noticia vendible, cuando algunos tenemos cuatro años exigiendo la renuncia de FeCalNerón de la Parca Narcofosa, y ahora es un clamor nacional esta exigencia, pero el enérgico poeta la sabotea con su esperanza de ser escuchado por el "señor Presidente".

[] Iván Rincón 29:64 FM

 

Ahora es el turno de una crítica inclemente al pretendido Pacto Nacional, no sin antes hacer añicos el discurso de Sicilia y las alabanzas de los timoratos que, al parecer, consideran indiscutible cuanto venga de Cuernavaca, dogma de autoridad o mandato de fé cristiana. Cuando la comandancia zapatista empiece a perder bonos entre la yupiza huera de la comparsa unameña, especialmente la de Filosofía y Letras, que se mude a la «ciudad de la eterna primavera», extensión chilanga de mutantes con dinero, nostálgicamente adictos a la contaminación.

[] Iván Rincón 29:64 FM

Mayo 8 de 2011

Crónica de una decepción anunciada

«Olvidamos que somos de sangre guerrera», decía una cartulina en la esquina con Cerrada 5 de Mayo. No habría leído el mensaje de letras blancas sobre fondo negro, ni el nombre simbólicamente coincidente de la calle, si tampoco hubiera sido una muchacha morena de vestido morado y desteñido, cabello teñido con rallos morados, medias moradas y agujereadas, que tocaba el violín y, al parecer, lo hacía para mí. Primero observé que su cachondería callejera estaba sola y, por un momento, me sentí bien de espaldas al río de gente que marchaba rumbo al Zócalo. Cuando me dispuse a reincorporarme, ella elevó el tono musical hasta la catarsis, como de improviso: ¡Estoy hablando contigo! Logró detenerme y que volviera la mirada para confirmar que demandaba mi atención con artística discreción; entonces observé la cartulina, luego el nombre de la calle cerrada, y pensé que alguien había tenido una sutileza genial: 5 de mayo es la fecha en que partió de Cuernavaca la Marcha por la Justicia y la Paz y seguramente lo es por tratarse de una efeméride: la batalla de Puebla en 1862, cuando un ejército mexicano derrotó al ejército francés que nos invadía. Con la salvedad, mi comandante, de que la movilización encabezada por Javier Sicilia no dice una palabra y ni siquiera una letra sobre la militarización de la Ciudad de México, a pesar de ser otra invasión, y mucho menos acerca de la invasión gringa, que también es militar, como la francesa. El poeta y sus huestes, así como confunden universidad con universo, reducen la barbarie nacional a Ciudad Juárez y llevan de regreso la atención del público televidente hacia la capital internacional del femicidio impune, cuando el imperio de la violencia ya no se conforma con la destrucción sistemática de mujeres y ambiciona la destrucción sistémica de la humanidad, cuando todo apunta y estamos a punto de tener una Ciudad Juárez gigantesca en la capital del país.

«Olvidamos que somos de sangre guerrera», escribió quizá la muchacha que interpretaba un duelo de violín por la sangre del pueblo derramada en vano, al paso del gentío en general indiferente al mensaje, ahora que un ejército mexicano también está en las calles y, en vez de repeler la invasión de otro país, perpetra una cobarde masacre de gente inocente, indefensa, inerme y de su propio pueblo, al que renunció y traicionó, al amparo de la impunidad absoluta por absolución a priori… De regreso ante la mujer que tenía por lo mucho la mitad de mi edad y por lo menos cinco centímetros más de estatura, observé que, sentados al fondo, unos cuantos policías azules comían tortas y que todos los comercios en el interior estaban cerrados: contrastante soledad callejonera en domingo de ajetreo multitudinario; la escena me pareció de Terry Gilliam. Los más sensibles al soliloquio violinístico de París en el exilio y belleza femenina de clase media y medio intelectual, arrojaban monedas al sombrero en el piso y seguían su marcha, que retomé yo también sin pensar en otra coincidencia: «No me horrorizan los actos de la gente mala, sino la indiferencia de la gente buena», decía una manta cara en la esquina del Eje Central y contraesquina de Bellas Artes. No existe "indiferencia de la gente buena", reflexionó mi otro yo, sino complicidad con la maldad o cobardía peor que "la gente mala". Por la vergüenza de no invitar a comer o tomar café a la muchacha de morado, tampoco saqué morralla de mi bolsa vacía para dejarla caer en el sombrero, morado también, por cierto.

Desde que percibí el principio de la militarización en Ciudad Colapso he perdido peso y estatura; los músculos desaparecen y creo que hasta los huesos enflacan… De ahí que prefiriera llegar al Zócalo, pero mi distracción equivalió nada más a 70 intervenciones públicas. ¡Eso es maratón y no vaciladas! Al llegar, pregunté ingenuamente si era el primer orador, pero una vendedora de raspados gritaba con fervor desquiciado, impidiendo que yo escuchara la respuesta y la intervención, hasta que se lo dije. "No me pagan por estar callada", comentó con otra de su índole. "Tampoco por gritar", le dije. Y entonces tres mujeres lanzaron al unísono un griterío solidario, más bien de soberbia identitaria, que me recordó inevitablemente a la "comisión cultural" para el recibimiento de ayer en la UNAM, quizá porque tengo "problemas de personalidad", y no era el primer desencuentro del día. Cuando la marcha pasó por Bellas Artes caminé con ella hasta donde una mesa reducía el espacio para doblar la esquina; se lo dije a la gente que repartía el agua y las tortas, pero me contestó que ya no podía moverse. Dos conocidos míos descoordinaban la seguridad con la repartición hasta que una valla de la policía se interpuso entre la mesa y la marcha; cuando tuve cerca al jefe que, animado por el ambiente, organizó el despropósito, le dije que estorbaba. "Estamos haciendo nuestro trabajo", espetó. "Lo están haciendo mal", espeté. Y el tipo respondió con un olímpico ninguneo, pero a los diez minutos retiró la valla policiaca.

Una vez aproximado hasta donde pude, habían intervenido casi ochenta personas, en su mayoría mujeres, y el público llamaba la atención de los conductores para que a su vez llamaran a un paramédico; gritos y señales con las manos eran insuficientes. "Les pedimos silencio para que podamos escucharnos", dijo el conductor en turno. "Se trata de que tú nos escuches, pinche sordo", rezongó mi otro yo. Al rato, otro llamado urgente al auxilio médico y la atención de los conductores, que terminaron entendiendo la situación sin mayores trastornos. Era de prever que, al cabo de extensas caminatas bajo el sol, hubiera desmayos… El último orador antes de la lectura del documento Pacto Nacional sería un representante de los migrantes, pero una mujer más logró que la tomaran en cuenta, y el orador anunciado como el último quedó fuera.

Del documento Pacto Nacional resuenan tantos dichos como para dedicar al menos un texto por entero a su revisión, así que mencionaré aquí lo mínimo posible: se dice que actualmente unos 500 militares ocupan cargos en áreas de seguridad pública, y yo me pregunto de qué manga sacaron ese ridículo dato. ¿Cuántos militares integran la Policía Federal Preventiva, por ejemplo? Se me hace que son más de 500, ¿o escuché mal y el documento habla de cargos directivos, o de los militares nombrados por el espuriato? Creo que no, pero aun así, el dato se queda corto en ambos casos. Bromas aparte, entre sus propuestas específicas están las "acciones colectivas" (sic) y las "iniciativas legislativas" (resic). Podría tratarse de comprensibles errores en la lectura, pero no lo son en casos de incontables planteamientos que atribuyen a López Obrador sus seguidores, cuando el candidato no hace más que sistematizar en su programa el de la izquierda política y social de una década antes, omitiendo en el discurso lo que ha revelado WikiLeaks: la participación militar en labores de seguridad pública, o sea, el fascismo del usurpador, pero con la pretendida legitimidad de las urnas. El llamado Pacto Nacional concluye con la intencionalidad simbólica de nombrar a las víctimas del genocidio sexenal, pero aporta unos cuantos nombres sin decir al final: Y muchos más. Y los que faltan, o algo por el estilo para que la omisión no ofenda la memoria de las víctimas. En todo momento, el documento y las intervenciones, incluido el discurso de Sicilia, dan por ciertas las cifras oficiales, credulidad imperdonable, al menos para mí…

Al nombrar a las víctimas, el público levantó un puño y cundió el coro: ¡Presente! Al que sustituyó: "No debió morir", como un ora pro nobis laico, pero el poeta católico y su comparsa no saben de ninguna laicidad; son fundamentalistas… Los conductores intentaron acallar el coro, como lo había hecho con lamentable éxito el compañero más cercano en edad y otros aspectos a Sicilia cuando una de las propuestas aisladas, como la de retirar el fuero a diputados y senadores para juzgarlos por sus posibles vínculos con el crimen organizado, alteraron los ánimos de un público ávido, por no decir urgido, ancestralmente de justicia, pero sin más articulación de ideas que el engañoso discurso de López Obrador. Por eso, en apariencia inexplicable, el grito de ¡fuera Calderón! creció hasta ser un clamor unánime… casi unánime, pues quizás dos de cada diez gritaban que ¡muera Calderón! Hasta que el pastor pidió recato al rebaño. Dos ancianos repulsivamente blancos sostenían al frente del templete una bandera que, en vez del símbolo nacional, tenía bordada una virgen de Guadalupe; uno de los ancianos era Sicilia, que además llevaba una sobrecarga de crucifijos y escapularios en el pecho. Y tan ofensiva como esa imposición de imágenes religiosas a la mirada pública, tradicionalmente laica por elemental respeto hasta que llegó el PAN a la Presidencia de la República, resultó una manta cara, una más (la más cara sí, la máscara no), con dos caras bonitas y hueras de jóvenes con sonrisas promisorias. "Lo malo de que asesinen a los ricos es que los pobres tenemos que verlos a huevo", pensó mi otro yo, el de la sensibilidad intolerante. Lo bueno es que, junto a los juniors, estaba Marisela Escobedo en una imagen modesta, pero suficiente para evadir la opulencia del vacío.

Lo más paradójico, más todavía que la similitud entre el masivo fenómeno de López Obrador, el de Sicilia y el de la marcha contra el secuestro (a la iniciativa de Sicilia se unieron a última hora dos enemigos del peje: El Yunque y el EZLN), fue un símbolo final: que las campanas de catedral impidieran a David Huerta ser escuchado; el sabotaje del sórdido personaje que detenta el poder fáctico de la iglesia católica desde allí, nos hizo un favor, pues no teníamos por qué ni para qué escuchar al representante del protagonismo vedette, único declamador que no es deudo y se presentó dos veces.

Por lo demás, hay que reconocer la fuerza física de Sicilia; con esa fuerza que nadie suele tener a su edad compensa la que falta en su discurso, política y moralmente correcto. Luego del extraordinario esfuerzo invertido en su viacrucis, el ruco puede ostentar ese lujo, al asumir actitudes corporales propias de un líder carismático, entre juveniles y retadoras, por impulso encarrerado y teatralidad entrada en calor, que también pierde impacto con el sello católico: todas las religiones son lastres, pero la católica es el mayor de todos. Este señor pretendía celebrar misa en el Zócalo (no es broma), pero algún consenso laico lo hizo desistir, así que se desquitó con los colgajos en abundancia y la virgen en sustitución de un lábaro patrio, aberración que podía esperarse de Fox y ni siquiera en su momento sucedió. También hay que reconocer que el discurso de esta ocasión es muy superior al anterior en todos los sentidos, quizá por alguna dosis de radicalización, por más tiempo de trabajo cerebral, por mayor asesoramiento, aunque no deja de molestar que no se atreve a decir el nombre de García Luna y le pide su renuncia al "señor presidente" en vez de exigirle que renuncie también…

Afortunadamente, pasó el trago amargo; es hora de que la comparsa unameña siciliana con casas en Cuernavaca, espacios en Proceso y La Jornada, púlpito virtual y todo eso, descanse un rato y descansemos de su liderazgo protagónico-mesiánico, al cabo el llamado Pacto Nacional incluye una convocatoria a la constitución de un frente amplio y plural, como propusimos aquí. Ojalá dicha convocatoria hubiera tenido un origen muy otro, pero ya que está hecha, que el frente sea representativo del pueblo de México y no de iniciativas minoritarias ni líderes de ocasión, así sean deudos y estén en duelo y caminen mucho; el pueblo es la gran víctima de la barbarie capitalista, es el actor mayoritario en su turno estelar.

"Olvidamos que somos de sangre guerrera", pero llegó el momento de recordarlo, saber si es gloria pretérita o presente. ¡Presente!

[] Iván Rincón 26:62 FM

Abril 19 de 2011

El silencio de los inocentes

Javier Sicilia tiene todo el derecho del mundo a marchar en silencio como forma de protesta simbólica por el asesinato de su hijo, cuyo cuerpo fue hallado sin vida el 28 de marzo en Cuernavaca, Morelos, junto a los cadáveres de seis jóvenes más dentro de un coche. El silencio puede ser estremecedor cuando son miles de personas quienes lo guardan, lo sacan de sus casas a las calles, lo caminan, lo gritan, como en 1968 durante la histórica y emblemática Marcha del Silencio. ¿Para qué decir con palabras lo que es obvio: que al vincular a las víctimas con sus victimarios, el gobierno local delata sus propios vínculos con el crimen organizado? Vincular a las víctimas con sus victimarios es una señal de identidad entre quienes lo hacen: ofenden a las víctimas, a sus familiares y amig@s, que también son víctimas, al pueblo entero, no sólo de una ciudad o su entidad federativa, sino de todo un país y el mundo; vincular a las víctimas con sus victimarios equivale a matar dos veces a la misma persona y herir de muerte a su familia; identifica el cinismo de quien declara en público desde el poder formal con la cobardía de quien dispara desde el anonimato y al amparo de la noche y la complicidad, no menos cobarde ni menos criminal. El poder formal de la política se hace uno con el poder fáctico del crimen organizado, estrechan su alianza y cierran el impenetrable círculo de la sangre. ¿Para qué decirlo con palabras cuando el dolor no quiere informar o denunciar su causa, sino expresarse, hallar un lenguaje que identifique su multitudinaria dimensión, a diferencia de la identidad minoritaria y usufructuante, la de una especie distinta y distante, cuyos ejemplos más representativos -perdón por la redundancia- se denominan científicamente hij@s de la chingada? Si las palabras no expresan el vacío, la renuncia, la oquedad, la sensación de pérdida, si no son su lenguaje, quizá tampoco lo sea el silencio, pero hallará un canal de comunicación allí, en la encrucijada, es decir, donde convergen los caminos de una misma tragedia con incontables réplicas…

Javier Sicilia tiene tanto derecho a buscar en el silencio un desahogo como el que tengo yo a gritar lo que todo el mundo sabe, pero teme decirlo y hasta pensarlo: que la estrategia federal en México es dictada en Washington y la guarida secreta del Chapo Guzmán (la ubicación de su guarida es un secreto de Estado), que Marcelo Ebrard es pelele del pelele, que la mafia de López Obrador no es "izquierda oficial", como pretenden quienes todavía leen La Jornada, sino salinismo de izquierda mutante, no sea la de malas que México pierda la esperanza y la fe, una vez perdida la vergüenza de que nos convoque a marchar contra la violencia criminal alguien que habla de un "código de honor" perdido por los "señores criminales", que marque la pauta, y el resto de las iniciativas contra la barbarie genocida tenga que ajustarse a su agenda.

Para mí el silencio es complicidad, pero tanto derecho tienen al templete y al micrófono l@s amig@s poetas de Sicilia como l@s jóvenes silenciad@s por los técnicos del desgobierno defeño. Las principales víctimas de esta guerra contra el pueblo son jóvenes, pero la incongruencia senil de la elite siciliana cree que es menos feo silenciarlos apagando el sonido cuando toman el templete que hacerlo a balazos, y si alguien tiene miedo a la juventud en la ciudad de México es el desgobierno policiaco de Marcelo Ebrard, cuya política "cultural" consiste en fomentar el monopolio de una empresa privada, poniendo en sus manos responsabilidades públicas, tal como hace el IMSS con las guarderías. Por eso, el 8 de mayo, una estudiante de CCH leerá el Manifiesto que hemos firmado más de cien personas y grupos, contando individualmente al frente nacional de organizaciones sociales, así como gente de El Salvador, Puerto Rico, Argentina, Cataluña, Portugal, Francia y Bélgica. Tanto derecho tienen al templete y al micrófono l@s amig@s poetas de Sicilia como l@s jóvenes en rebeldía y mis amigos músicos; por eso el acto político del 8 de mayo tendrá continuidad con un acto musical de grupos acústicos. Alguien representativo, no del círculo intelectual de Sicilia, sino de nuestra pluralidad y amplitud, dará a conocer ese día la convocatoria a formar un comité coordinador de acciones y planteamientos programáticos a favor de la paz con desarrollo igualitario y solidario, democracia y libertad, justicia y dignidad, un comité contra el genocidio que llaman "guerra contra el narco".

Los organizadores esperan movilizar el doble o cuatro veces más de la gente que fue la vez pasada, pero yo no soy tan optimista, porque la vez pasada cometieron errores que la gente no perdona: que le hicieran el feo al SME, que apagaran el sonido cuando subieron los jóvenes, que ni siquiera le permitieran subir a Julia Klug, el protagonismo insoportable de Ofelia Medina y, en general, toda esa atmósfera elitista de ambiguos con poder momentáneo de convocatoria por el falso prestigio de La Jornada… Si no emerge ahora un comité amplio y plural, efectivo y funcional, que asuma el liderazgo del movimiento contra la barbarie que amenaza con hacer de la Ciudad de México una Ciudad Juárez gigante, el efecto Sicilia terminará siendo el de un búmerang, o sea, un autosabotaje.

[] Iván Rincón 11:27 PM